Okane o subete sekai e chikara 47 – Todo puede salir mal

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Capítulo 47

Todo puede salir mal

 

La vela apareció en mi mano, aún encendida. Mmm… Aun quedan otras 6 horas.

Momentos atrás, pedí a los soldados de Iren que mantuvieran en secreto la participación de mi grupo en el fiasco de la emboscada rebelde. Al principio se negaron a guardar el secreto a sus superiores, pero entonces les recordé que no solo salvé su vida, sino su honor, al impedir que murieran de manera humillante. En algún momento podré sacar provecho de la relación con esos 6 soldados, pero por hora, lo más importante es desaparecer del radar de Iren.

Los líderes de la resistencia fueron tomados como prisioneros. Al parecer una vez que se reúnan con los otros grupos de Irenitas que hay en la ciudad, serán ejecutados.

Lo siguiente es volver a la plaza y ver si algún artículo de la subasta es de interés. Pero antes de eso, encargué a Ruthen y los desamparados que rescaté que reúnan todo lo que sea de valor que puedan cargar. Lo mejor es dejar este lugar antes de que Garonte sepa de lo ocurrido.

Si bien hacer uso de Garonte pareciera lo más provechoso de esta ciudad. La realidad es que el factor desconocido de su verdadero jefe me inquieta. Mientras no sepa nada de esa persona, lo mejor es conseguir lo que pueda y seguir mi camino. Y ‘lo que pueda conseguir’, incluye los recursos humanos, ya sean los esclavos de Galatea o los ex-miembros de la resistencia.

También debo comprar más velas.

«Ah… Mmm…»

Escuche los balbuceos de Ren, quien se encontraba a mi lado.

Al parecer, la Half trata de decirme algo. Por supuesto, con toda esta gente no es recomendable que hable y se percaten del idioma que usa. Aquello era algo que le había dejado bien en claro, nunca hablar si hay otras personas presentes.

A juzgar por sus gestos… ¿Debo mirar hacia arriba?

Ese es… El Harp que Gara’kat ordenó que nos siguiera por protección y como medio de comunicarnos.

Pero debería saber que no es seguro sobrevolar un asentamiento humano como este, no debería tomar un riesgo como este… A menos que sea una emergencia.

De inmediato observé cuidadosamente todo a mi alrededor, hasta que el monóculo detectó algo. Un grupo… Al parecer soldados de Iren, basándome en sus nombres y estadísticas, pero se mueven rápido, y más importante, parecen estar fuera de las murallas de Garush.

Me da mala espina. Hasta donde sé, los soldados de Iren estaban buscando algo en la ciudad, no hay razón para que se encuentren fuera de sus murallas, menos en un día donde se congrega la población para asistir a la subasta. Además, no hay motivo para que el Harp se arriesgue a ser visto por alguien solo para avisarme que un par de soldados a caballo merodean fuera de la ciudad.

«Debemos darnos prisa».

Ya solucionado el asunto con los rebeldes, se hizo extraño que de un momento a otro nuestra situación se hubiera vuelto tan apremiante. La falta de información y los movimientos extraños de una posible fuerza militar hostil eran algo que históricamente siempre antecedía a una catástrofe.

¿Cuál es el peor escenario?

Podría ser que esos soldados, para empezar, no formen parte del grupo de búsqueda que estaba en Garush. De ser así, pertenecen a otro grupo, y lo más probable es que sean mensajeros o… Exploradores, reconociendo el terreno para el avance de una fuerza mayor.

Debo salir de aquí antes de averiguarlo, en especial si se trata de un maldito ejercito Irenita.

 

Nos llevó un tiempo, pero llegamos a la plaza. El problema ahora era avanzar entre toda una multitud. El sentir lo agitado de mi respiración, no solo por correr, sino por la frustración de perder el tiempo a causa del tumulto; fue la primera señal de que estaba perdiendo la calma.

Escuché una voz viniendo desde lo profundo de la multitud exclamar…

«¡Señoras y señores! Esperamos volver a verlos en la próxima gran subasta, y ahora les pedimos orden al despejar la plaza. Aquellos ganadores de alguna puja, la transacción se completará en breve en un espacio designado para ello, les pedimos permanecer cerca del escenario».

Parece que no queda más que esperar a que se disperse la gente. No logro ver a mis hombres, el monóculo es inútil con tanta gente alrededor. Si Zera fuera más alto podría distinguir fácilmente su cabellera verde. Pero asumo que estarán cerca del escenario.

Con intranquilidad, esperé a que la gente volviera lentamente a sus asuntos. Sus pasos, semejantes al tic-tac de un reloj, me hacían pensar en cada valioso segundo que estaba perdiendo.

Sé que solo es mi imaginación, pero es la primera vez que escucho claramente el sonido de un reloj desde que llegué a este mundo. Me recuerda todas las comodidades modernas con las que ya no cuento; como un teléfono, internet, vehículos a motor, aire acondicionado… Debe haber un estúpido reloj en algún lugar de este mundo, voy a conseguir uno, me irrita no saber con exactitud cuánto tiempo estoy perdiendo.

«Señor Argent, creo que ya se ha despejado lo suficiente para alcanzar sin problemas el escenario».

«Tienes razón Andreu, vamos».

Debo permanecer enfocado, entre más rápido acabe la transacción, antes podremos irnos.

Mientras nos abríamos paso entre la gente que se alejaba del lugar, finalmente logré divisar ese distintivo cabello verde de Zera, que se encontraba discutiendo con un hombre algo obeso, cuyas manos eran decoradas por anillos y brazaletes enjoyados, con un rostro que proyectaba un tipo particular de avaricia. No hace falta preguntar de quién se trata, es uno de los comerciantes con los que hable en los pasados días. Si no me equivoco, es el encargado de mediar entre compradores y vendedores durante esta subasta.

«¡Ah! Señor Argent, llega justo a tiempo. Como le decía a su asistente, el total de la compra excede el dinero que nos entregó por 115.000 Ja. Estoy seguro de que puede reunir el dinero sin problemas, y en cuanto lo haga podrá llevarse los bienes».

«Le daré 200.000 ahora mismo si prepara todo para que me lo lleve de inmediato».

«¡P-Por supuesto! Se hará en seguida. ¡Hombres!»

Impulsado por el poder del dinero, el trabajo de reunir todas mis adquisiciones se hizo de manera prioritaria.

«C-Como era de esperarse de un hombre como el señor Argent… Después de todo, el tiempo es dinero».

«El tiempo es demasiado precioso, no podía gastarlo en asistir a la subasta, mucho menos en las formalidades de estas transacciones. Después de todo, el tiempo es algo que aun no puedo comprar».

…Me gustaría comprar algo de tiempo justo ahora.

Luego de unos minutos, el comerciante y sus trabajadores me presentaron uno a uno los productos que Zera ganó en la subasta. En este caso, lo único que puedo hacer es darle un vistazo y confirmar con Zera que se trata en efecto de algo que compró.

Tras mostrar algunos artículos menores, trajeron casi un centenar de personas encadenadas. Al momento de verles, mi guardia Argenta, ahora reunida, mostró signos de alteración. Con esto queda confirmado que son las personas de Galatea. Creo que todo está en orden, terminemos de una vez.

«Y claro, no podemos olvidarnos del articulo especial de esta subasta. Un esclavo de lo más raro y una pieza de metal única en su tipo».

¿Dijo una pieza de metal única? No será acaso…

Y entonces apareció frente a mis ojos, algo que podía hacerme sentir que se sacudía el suelo bajo mis pies, y por un momento, me congele…

 

◆◇◆◇

 

Este sin duda fue un día duro.

Temprano por la mañana, Argent-san dijo que teníamos una misión importante. Me pareció extraño que nos separáramos, considerando que hoy es el día en el cual Argent-san mencionó, iban a vender a la gente del pueblo como esclavos. Pero al parecer estaba a punto de ocurrir una tragedia en la ciudad, y solo nosotros podíamos impedirlo.

«Zera puede encargarse de comprar a la gente de Galatea, mientras el herrero adquiere lo que necesita para hacer su trabajo. Una docena de hombres deben ser suficientes para protegerles, además hay oficiales de justicia en abundancia en la subasta. Nosotros debemos evitar una tragedia». Es lo que dijo.

Aunque no me dio muchos detalles, es obvio que se trataba de algo serio. En el camino, nos volvimos a encontrar con ese sujeto que salvó a Albert y su hermana… ¿Rutta…-san?

Se veía bastante desesperado cuando lo encontramos. Cruzó palabra con Argent-san, y tras unos minutos, todos comenzaron a moverse. Finalmente, Argent-san me contó que había un grupo de hombres sospechosos que se preparaban a emboscar a cualquiera que se acercara, y que debía encargarme de noquear a unos cuantos.

Aunque dudé al principio, resultó más fácil de lo que pudieran pensar. Se encontraban exactamente en el sitio que Argent-san indicó, y tan solo con un golpe los puse a dormir. Cuando derribe al primero me preocupe pensando que lo había matado, quiero decir, su cabeza sangraba y no dejaba de babear… ¡Pero seguía respirando, así que todo estaba bien!… Al menos eso quería creer.

Cuando terminé con el ultimo y regresé con Argent-san, parecía que estaba acomodando algo dentro de una casa. Pude distinguir la luz de una vela antes de que cerrara la puerta tras de él, no tenía ni idea de que se trataba.

Es por la mañana… ¿Por qué tendrían velas encendidas?

No pude preguntar, de inmediato continuamos nuestro camino. Para mi sorpresa, al cruzar una esquina había un grupo de personas armadas rodeando a una especie de caballeros con armadura, a su alrededor había varias personas tiradas en el suelo, sangrando y retorciéndose.

Las personas que parecían una turba enfurecida nos bloquearon el camino.

«Ryuuji, estas personas emboscaron a esos soldados y están tratando de matarlos. Lo trágico, es que fueron engañados para hacerlo y cuando se sepa de su crimen, todos ellos también serán víctimas de esta tragedia. Si no consigo razonar con ellos, entonces deberás encargarte y detenerlos por la fuerza».

Finalmente comprendí de que trataba esta misión. No solo debemos salvar a los soldados, sino también a esta gente que fue engañada para atacarlos.

«Me haré cargo». Dije, dejando atrás la duda e inseguridad.

Mientras conversábamos, los soldados aprovecharon para beber un extraño liquido y ponerse de pie. Frente a mis ojos, uno de ellos clavó su lanza en el cuello de un pobre hombre.

«… Es inútil razonar con ellos, fueron envenenados y ni siquiera lo saben. Las toxinas y la adrenalina afectan su juicio. Debes incapacitarlos para que pueda darles de beber el antídoto cuanto antes. Recuerda tu pelea con Garonte… Eres fuerte, sin duda puedes hacerlo».

Confiando ciegamente en esas palabras, hice frente a media docena de hombres armados.

Lo que ha pasado a mi alrededor desde que estoy en este mundo, me llevó a pensar que soy fuerte, realmente fuerte. Pero más que nada, si Argent-san dice que puedo vencerlos, no existe duda de ello.

No he sentido ni una vez algo parecido a dolor, y aunque me incomoda el pensamiento, creo que podría resistir incluso si recibiera la lanza directamente en mi cuello como lo hizo aquel hombre. En el peor de los casos, ¿realmente moriría? Quizá simplemente me despertaría en casa para darme cuenta que todo esto no fue más que un sueño.

Desde el instante en que me enfoqué en los hombres frente a mí, una extraña sensación recorrió mi cuerpo y comencé a notar cosas extrañas.

Lo primero fue la respiración del hombre frente a mí, y luego del resto de personas alrededor. Parecían tomarse su tiempo con cada respiro, pero había algo raro en el sonido, como si no fuera mucho el aire que inspiraban y exhalaban cada vez.

Lo segundo fue el sudor que recorría sus rostros. Cada gota mantenía su forma de una manera que por un momento me pareció bizarra, y luego bajaba lentamente, como si se arrastrara. En ese momento lo entendí, todo a mi alrededor parecía moverse en cámara lenta.

La certeza la trajo ver la forma en cómo los caballeros se abalanzaron hacia mí. Realmente fue extraño ver como flotaban con cada paso.

Cuando lo que ocurría estaba claro, fue obvio para mí que podía ganar, pues en ese mundo a cámara lenta, aunque yo no me moviera tan velozmente como al principio creí que lo haría, podía hacerlo mucho más rápido que ellos y podía cambiar mis movimientos según hiciera falta.

No me tomó mucho trabajo vencerlos. Si todas las peleas son así, creo que podría enfrentarme solo a 100 hombres. Son momentos así que me hacen en serio sentir lo surrealista que es este mundo.

Luego de que derroté a aquel grupo, todo parecía que iba a solucionarse sin problemas. Argent-san habló con los caballeros y les dio de beber lo que supongo era el antídoto, porque algo respecto a ellos cambió tras tomar el contenido de los frascos, creo que sus rostros tenían mejor color.

Luego de eso, Argent-san comenzó a decir algo a todos los presentes, fue entonces cuando Rutta-san llegó, acompañado por el señor fuerte que estaba con él la vez que lo conocimos y traían consigo a los tipos que noqueamos camino aquí. Todos consientes y saludables. Justo como había pensado; ¡todo estaba bien!… En serio, aún ahora ¡gracias por no morir aquella vez!

La explicación de la situación continuó. Por algún motivo noté gran tensión en el aire. Supongo que es difícil aceptar que fueron engañados para cometer un acto terrible, confiaron en la persona equivocada. Por suerte, Argent-san descubrió todo a tiempo y nos trajo para tomar el control de la situación.

Luego de que las cosas se calmaran, nos despedimos de los caballeros y de unas personas que al parecer eran responsables del engaño. Una vez que los demás se fueron, caminamos hacia la plaza para encontrarnos con Zera-san y los otros.

En el camino, Argent-san y Ren-san intercambiaron gestos discretamente…

«Ryuuji, tengo motivos para creer que algo malo sucederá si no nos reunimos con los demás pronto. Debemos correr» Dijo Argent-san luego de mirar alrededor y ponerse a pensar en algo.

Aunque nos apresuramos para llegar a la plaza, una vez ahí, no pudimos continuar, debido a la densidad del gentío que se encontraba apostado en ese sitio. En ese momento, pude notar una expresión nueva en Argent-san. Impaciencia. Supongo que incluso alguien como él tiene dificultades para aceptar la mala suerte.

Se escuchó un jaleo, mientras las personas lentamente comenzaban a irse. Al parecer el evento ya había terminado. Tras una espera inicial, pudimos acercarnos al lugar donde nos encontraríamos con Zera-san y los demás.

Ahhh… No sabía si era por ver a Argent-san y Ren-san coquetear antes, pero no pude evitar pensar en cuanto me gustaría decirle a Zera-san lo hermoso que me parecía su cabello. Realmente resaltaba sus delicadas facciones. Es curioso que con un rostro así, Argent-san sea capaz de confundirla con un chico… Yo simplemente no podría cometer tal error.

No quisiera parecer un acosador, pero alguien como yo, quien no puede hablar con nadie y rara vez tiene algo que hacer en momentos así; simplemente no pude evitar posar mis ojos en Zera-san.

¿Tendría alguna esperanza con ella?

Tonterías como esa llenaban mi cabeza en aquel momento. Ingenuamente, los problemas a mi alrededor me resultaban ajenos, incluso irreales. No me molestaba para nada el haber visto gente morir. Creo que, en el fondo, no los veía como personas reales…

Y entonces pasó…

La expresión de Zera-san cambió de repente. Siguiendo su mirada, observé a Argent-san, que parecía haberse congelado. Fue una visión extraña, la más extraña que he visto hasta ahora. De hecho, jamás lo había visto así.

Tras un momento, Argent-san hizo un ademán con la mano y le habló presuroso a Ren-san en una lengua que incluso yo podía notar era diferente a la de los demás.

Por alguna razón, el rostro de Argent-san al momento de gritarle a Ren-san me provoca escalofríos. Todos parecieron sentirse igual al respecto.

Entonces escuché lo que parecía un silbido. No es la primera vez que lo oigo, pero esta vez fue más claro… ¿Provino de Ren-san?

¡¡¡AAAARRRGG!!!

Para sorpresa de todos, uno de los hombres encadenados que cargaban cosas para poner a los pies de Argent-san, uso sus cadenas para ahorcar al hombre enjoyado que hablaba con Argent-san.

Cuando di un paso para tratar de detenerlo, Argent-san coloco su brazo frente a mí.

«No hay nada que puedas hacer, ya es tarde para ese hombre. Lo mejor es no meterse o podríamos vernos involucrados… Sé que es frustrante, pero tardamos demasiado en darnos cuenta». Dijo, tranquilizando un poco la expresión de su rostro, que aun mostraba un ápice de desconcierto.

¿Así que su grito de antes fue porque se percató de que había algo raro en el hombre de las cadenas?

Aunque acabamos de presenciar un momento terrible…

En retrospectiva, ver a aquel hombre con el cuello perforado desangrarse hasta morir, fue sin lugar a dudas, la primera vez que veía una persona morir ante mis ojos. No solo eso, sino que se trataba de un asesinato, y aún así, seguí adelante como si no fuera nada. Como si su muerte no importara en lo más mínimo.

A Argent-san no pareció importarle.

¿Por qué debía importarme a mí?

Si… En aquel momento, aún estaba en negación. Pero la severidad del rostro de Argent-san quien siempre fue la piedra angular que proyectaba tranquilidad en mí, me hizo despertar. Apenas me percataba de la seriedad de la situación… De la REALIDAD de la situación.

Naturalmente, las personas a nuestro alrededor se agitaron debido al asesinato. Los oficiales que estaban alrededor detuvieron al hombre por la fuerza. Pero eso no bastó para calmar a la gente. De hecho, se veían más y más agitados. Todos comenzaron a correr en distintas direcciones.

Esta mal que yo lo diga, pero pensaba que este tipo de cosas eran más normales en este mundo y no causarían semejante reacción. Es incluso mayor a lo que podrías esperar en la Tierra.

«Parece que después de todo, incluso aquí un asesinato es cosa seria. La verdad me tranquiliza un poco percatarme de ello» Dije para ventilar mis amargos pensamientos, casi para burlarme de mi mismo.

«… Ignóralo. Deja que los oficiales se hagan cargo. Debemos irnos cuanto antes».

Ese hombre… En verdad murió. Y este mundo… es la realidad.

 

◆◇◆◇

 

Menos mal que los esclavos que llevaba con él eran de mente débil. Sin duda esto es lo que busca el General Demonio. Si descubre de donde procede, sería un desastre.

Lo peor es que no tengo tiempo para hacer esto de la forma más efectiva. Las personas de la ciudad comenzaron a correr desesperadas en cuanto escucharon la noticia de que un ejército Irenita viene en camino… Sus soldados portan armaduras rojas y cascos con dos cuernos.

 

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