Okane o subete sekai e chikara 50 – El Demonio de la Guerra

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Capítulo 50

El Demonio de la Guerra

 

«… ¿Eso fue japonés?»

¿O quizá fue coreano? No sonaba como chino… Por seguro no es ningún idioma del continente que conozca. Debía ser de aquel mundo, de eso no tengo duda.

Aunque reconocí el idioma, nunca aprendí a hablarlo, pero que este… muchacho, lo hablara, implicaba que vino desde aquel mundo.

«No sé japonés, si quieres decir algo, que sea en el idioma del este».

El muchacho solo dijo más cosas en japonés y luego se quedo mirándome…

«¿No entiendes nada de lo que digo cierto?»

¿Sería otro tonto como aquel mago? Incapaz de comunicarse, tuvo una vida corta una vez que llegó a este mundo.

Observé a mi izquierda. Se encontraba en el piso uno de mis hombres, que al parecer se estrelló en la pared anteriormente. Asumo que fue derrotado por un fuerte golpe.

Si era capaz de soportar mi presencia en toda su intensidad, debía ser capaz de vencer a un soldado Acme con simple fuerza bruta. Pero si resultaba que vino de aquel mundo…

Sin prestar atención al balbuceo en japonés del muchacho, me aproximé a él y con mi mano izquierda, le hice una señal para que me atacara.

Al parecer entendió el mensaje, lo que es bueno, porque si no era capaz de comprender siquiera un gesto tan obvio, simplemente no tendría valor como oponente.

El chico se abalanzó contra mí por mi derecha, de un salto pretendía que toda su fuerza y peso arremetieran mi flanco y con suerte terminara como el soldado tirado ahí.

¿Es en serio? ¿Ese era todo su plan de combate?

Aun podía tratarse de un simple malentendido, después de todo, el mismo ataque le había resultado bien antes. Sin embargo, mi imagen de él se deterioraba a cada segundo, ya que no fue capaz de estimar la fuerza de su oponente esa vez.

Como oportunidad para medir el alcance de su fuerza, recibí su ataque con mi brazo derecho. Después de todo, el chico atacaba con la espada enfundada, por lo que no había forma de que atravesara mi armadura… De veras, él tan solo esperaba ganar por la fuerza de su golpe.

Craso error.

Como era de esperarse, su golpe se detuvo en seco, como si impactara con un objeto inamovible. Y por un breve instante, su cuerpo permaneció detenido en el aire. Claro, para otros sería un instante. Para mí, fue como si me mirara una eternidad, indefenso.

Para hacerle entender a lo que se enfrentaba, use dos dedos de mi mano izquierda y le di un golpe suave en el cuello. De este modo entendería que bajar la guardia significaba exponer su vida. Y no se libraría una segunda vez.

Tras recibir el golpe, apoyó su peso en la espada y se propulsó algunos metros, usando mi brazo como punto de apoyo… Eso no estuvo del todo mal, aunque si hubiera querido, habría cesado la resistencia de mi brazo y se habría colapsado en el lugar.

Su fuerza y velocidad parecían suficientes como para vencer a los soldados Acme. Pero no estoy seguro sobre derrotar a un comandante como Jemur, no de la forma en que describió su derrota. Aun tenía expectativas de que demostraría tal capacidad.

Mientras analizaba a mi oponente, este decidió sacar su espada de la funda, mientras decía algo en voz alta. Así que ya nos lo tomábamos en serio.

Esa espada. En verdad parecía ser capaz de causar daño. En respuesta, empuñé la propia.

Como la primera vez que lo vi, su rostro mostró un nivel de inteligencia propia de un niño que aun no puede ni ponerse de pie.

Casi no quería creerlo. Luego de hacerle ver que no debía bajara su guardia, se quedaba mirando como tonto. ¿Qué clase de postura era esa? antes de las pruebas para la academia de cadetes, los niños de Iren ya se paran mejor. La comparación de antes era un insulto para los niños del mundo.

Era como si hubiera sostenido una espada por primera vez hace solo unos días…

Incompetente.

En ese momento las expectativas que tenía de una buena pelea se esfumaron. Si iba a ser de ese modo, debí haberle roto el cuello en cuanto lo toque, en lugar de darle la oportunidad de luchar en serio.

Me sentí un estúpido por mostrar semejante gentileza. Creí que ya no quedaba en mi tal misericordia, pero el efecto de ese mundo aun no había desaparecido de mi sistema.

Se  trataba de un mundo de enclenques.

Gente tan débil que lloraba y se quebraba tan solo porque alguien decía algo que no le gustaba, o incluso porque se lo decían a otra persona.

Era un mundo donde se predicaba que las palabras podían herir tanto como las armas.

De solo recordarlo siento nauseas.

Ese chico frente a mí, no era el guerrero que esperaba. Era tan solo otro <<Jugador>> Un gusano que sobrevivía de una fuerza que no era la suya.

Si, no hay forma de que un debilucho de ese mundo pudiera sobrevivir mucho tiempo aquí si ni siquiera puede comprender un idioma.

Estaba seguro, esa fuerza que demostró, la capacidad de seguir de pie en mi presencia. Nada de eso era realmente él. Era otra sanguijuela, como aquel tonto.

Nada tenía sentido.

Mi deseo de luchar con él se había desvanecido, de igual modo mi presencia dejó de ejercer presión a mi alrededor.

No tenía idea de qué paso por su cabeza en aquel momento, pero parecía aliviado…

Una vida sin valor… Ni siquiera eso.

Haberme recordado ese mundo, era algo que me molestaba.

«Espada de la conquista».

Con un leve interés por acabar con su miserable existencia, infundí energía en mi mano y la liberé con mi espada.

La ráfaga golpeó al gusano en el vientre, hiriéndolo como una explosión, cuya onda expansiva provocó que algunos techos y paredes dañadas en los alrededores terminaran de caerse.

No era el tipo de ataque ideal para matar a un único individuo. Pero era realmente efectivo en provocar miedo. La vida de esa larva ya no tenía valor para mi, así que decidí que su muerte daría  un ejemplo a las personas que observaban.

«Tan fácil como eso, puedo poner fin a todas sus vidas. Lo diré por última vez, si han visto un objeto de metal extraño, que no parece hecho por manos humanas, díganlo».

«¡¡AAAAGGGG!!» Chilló la rata mientras se retorcía.

El peculiar atuendo que vestía parecía tener capacidades defensivas significativas, mejores que las armaduras rojas de los soldados Acme cuando menos. Aquí no hay trucos, lo hice sin muchas ganas, pero ese ataque tenía por lo menos la misma fuerza que el usado para abrirme paso por la puerta del muro. Sorprendentemente, apenas estaba quemado.

Por supuesto, que no le atravesara ni despedazara, no impidió que sintiera el impacto, las heridas y quemaduras estaban por todo su cuerpo, igual que la sangre que comenzaba a emanar de él.

Pensar que tenía tan buena protección y aún así, no pudo ni incorporarse luego de ese ataque.

Supongo que al menos no intentó huir… Es por eso, o tal vez que el recuerdo de aquel mundo me ablandó por un momento, pero decidí terminar con su sufrimiento sin causar mayor daño a su cuerpo.

«Te daré un final rápido. Quedará suficiente de tu cuerpo para que te den una ceremonia… Si no termino con esta ciudad, claro».

Al dar unos pasos hacía él, pude notar que no solo sangre emanaba de su cuerpo. Lágrimas brotaban de su agonizante rostro, junto con mucosidad de sus orificios nasales.

Debilidad… Tan grotesca.

Tras pensarlo bien, decidí que sufriera un poco más.

A decir verdad, me desagradaba la idea de que su repulsiva sangre manchara mi espada.

«Reporte de la búsqueda».

No hacía falta que dijera más para que uno de los soldados se pusiera de pie, se aproximara a mí, y luego se postrara de nuevo.

«¡Señor! Basado en nuestra propia proximidad a la puerta norte, y en vista que no han habido avisos de incidentes. La búsqueda debe estar a un kilometro de la puerta Sur, kilometro y medio de la Este. Al parecer aun sin éxito. ¡Señor!»

En cada unidad hay al menos un soldado con conocimientos para hacer ese tipo de estimaciones. Ese tipo de cálculos y el uso de unidades de medida como kilómetros fue algo que me encargué fuera aprendido para mejorar su eficiencia. Una de las pocas cosas útiles que aprendí de aquel mundo.

Aún no había éxito… Estábamos desperdiciando tiempo en aquel lugar. Y entre más le veía, más consiente era de mi tiempo en ese repulsivo mundo.

No era merecedor de una muerte limpia. Si tan solo no tuviera tan buen equipamiento, hubiera dejado que un soldado liquidara al gusano de forma lenta.

«Córtenle la cabeza y continúen con la búsqueda».

Sin desperdiciar un segundo, mis hombres se pusieron de pie, el que antes respondió mi pregunta se encontraba más cerca, así que se encargó de ejecutar a esa sanguijuela.

«¡No los dejaré!»

Cuando estaba apartando la mirada, un niño se interpuso entre el soldado y el gusano.

En su mano, tenía la brillante espada que se veía capaz de causarme daño. Curiosamente, la sostenía mucho mejor que el gusano.

Al ver esto, el soldado se detuvo y me miró de reojo, esperando ordenes.

Normalmente esto no ocurriría, ya que una orden que fue dada debe cumplirse. Pero el soldado hizo bien al esperar. Es lo que me gusta de los entrenados en las artes intelectuales.

Después de todo, tras el fiasco de antes, esto era algo que captaba mi interés.

«Desde hace un tiempo que cesó mi presión sobre ustedes. Sin embargo, el único que se atrevió a ponerse de pie y hacer algo por ese gusano… Fuiste tú niño».

Al notar mis intenciones, el soldado se apartó rápidamente y prosiguió a postrarse. Los resultados del entrenamiento intelectual han rendido su fruto, este soldado nuevamente se dio cuenta de mis intenciones.

Observé con detenimiento al chico mientras me aproximaba a él.

«Eres valiente, hormiga».

El niño me miró con gran determinación. Me dio la impresión de que se sintió insultado. Sin embargo, las hormigas son diferentes a los gusanos. De entre las cosas que recuerdo que llamaron mi atención en aquel mundo, estaba un documental sobre cómo había hormigas que formaban ejércitos, arrasando todo a su paso.

Las hormigas no son flojas, ni débiles. Puede que no sean físicamente fuertes debido a su tamaño, pero tienen la disciplina y unidad de una legión Acme. A mi parecer fue el halago más apropiado a la valentía de aquel niño.

Pero tenía razón, había algo más apropiado que llamarle hormiga.

«Te felicito. Te has ganado morir por mi hoja».

En un solo movimiento, apuñalé con mi espada al niño.

«¡¡AAGGH!!»

Para mi sorpresa, el gusano de antes se interpuso, tal vez intentando devolver el favor al niño.

Por supuesto, mi espada le atravesó sin resistencia y se clavó en el pecho del niño. No era una lanza y debido a su forma, la herida provocada resulta sumamente sangrienta y fatal. Incluso para el niño, al que solo se le enterró un par de centímetros.

Con otro movimiento, retiré mi espada de su cuerpo, dejando brotar la sangre.

«Un esfuerzo inútil. Pero supongo que te has ganado la muerte, terminaré con tu dolor, por respeto a la hormiga».

¡¡KABOOOM!!

Inesperadamente, hubo una gran explosión. Sé que fue así, ya que a lo lejos se veía humo.

«Para que se escuchara desde aquí… ¿Un asalto mágico?»

Observé un momento al gusano. No respiraba.

«Todos a la zona del ataque».

¿Había un equipo de asalto mágico en esta ciudad? Los soldados no reportaron nada.

¿Habían llegado en aquel momento? ¿Por qué motivo?

¿Cómo era posible que llegaran desde el sur? No debería haber ningún asentamiento ni puestos de avanzada entre Canaar y esa ciudad.

Muchas preguntas que hacerle a los prisioneros. Pero antes de eso…

«Se atreven a provocarme».

No paso mucho para que dejara atrás a los soldados del área norte.

Cuando tuve a la vista a los soldados encargados del área sur, pude ver con mayor detalle el daño del ataque.

Un incendió se había desatado y mis hombres trabajaban para apagarlo.

«¿Por qué se molestan en apagar el fuego? ¿Donde están los magos responsables de este ataque?»

«¡Señor! general. El área al parecer estaba deshabitada, ningún local estaba presente para apagar el incendio, y no había rastro de los responsables. Debido a esto tuvimos que encargarnos nosotros mismos del fuego para buscarlos. ¡Señor!»

«Infórmame».

«¡Señor! Debido al daño causado en el punto de impacto, creemos que el primer ataque fue un asalto conjunto, que provocó enormes daños. Le siguieron varias explosiones menores, todas alrededor del área de la primera explosión. Reportamos 9 bajas y al menos 14 heridos. Aún no sabemos de otros 7 soldados que se encontraban buscando en la zona, pero los que se  hallaban en el radio del primer ataque murieron en el acto. ¡Señor!».

Semejante daño… incluso capaz de matar en un instante a Soldados Acme, a pesar de sus armaduras  resistentes a la magia de fuego.

¿Por qué habría una fuerza de élite semejante en ese lugar?

¿Qué nación los pondría en riesgo solo para matar a unos pocos soldados Acme?

¿Acaso realmente creían que se irían de allí con vida?

…No.

Solo se me ocurría una razón para arriesgar a un grupo de magos élite de forma tan suicida.

«¡ESOS MALDITOS LO TIENEN!»

No sabía cómo, pero de alguna manera, alguna fuerza enemiga había descubierto lo que buscaba. Posiblemente lo encontraron y luego se encargaron de borrar el rastro… Se atrevieron a llevárselo justo bajo mis narices.

«¡Qué todos los soldados abandonen la búsqueda de la pieza de metal y persigan a los magos responsables del ataque! ¡VOY A RETORCER SUS ESPINAS CON MIS PROPIAS MANOS!»

 

◆◇◆◇

 

¡Funcionó!

Tal vez demasiado bien. La velocidad con la que el general se fue me sorprendió. Pero si pensó que alguien más lo encontró, puedo entender su prisa.

Bueno, mi plan de contingencia no fue lo único en funcionar.

Aunque en un principio no quería usarlo ya que tengo muy pocos, decidí utilizar un elixir para salvar a Ryuuji. Después de todo, es un recurso demasiado valioso como para perderlo.

Afortunadamente, ya había comprobado la eficacia de las pociones de TLO en este mundo. Tenía mis dudas al respecto (después de todo, es difícil creer en un brebaje capaz de sanar cualquier enfermedad y cerrar toda herida), pero fue una apuesta calculada.

«¿Q-Qué? ¿Qué paso?…  ¿Estoy bien?»

«Por suerte, parece que el Elixir de TLO funciona incluso en este mundo. Te saqué del camino de la muerte con uno».

«M-Me salvaste… Gracias, Argent-san».

«No podía dejarte morir».

«¡¡ALBERT!!»

El grito de Selia nos recordó a la otra persona que se hallaba en el umbral de la otra vida.

Sin detenerse a pensar que hace un momento se encontraba a punto de abandonar el mundo de los vivos, Ryuuji corrió hasta ponerse de rodillas frente al niño herido.

«¡Argent-san! ¡No hay algo que puedas hacer!»

«Mientras estabas inconsciente le di una pócima de alta calidad a Selia para que se la administrara. Lo mantuvo con vida, pero no parece haberlo sanado por completo».

Después de todo, el efecto de las pociones es simplemente restaurar la salud, no es como si curara enfermedades o cerrara heridas, joder, no remueve los efectos del envenenamiento. Aposté porque un Elixir lo haría, porque es básicamente un ‘Restaura todo’, según TLO. Pero no iba a gastar uno en el niño.

Podía saber lo que Ryuuji estaba pensando, estaba a punto de preguntarme si tenía otro Elixir para Albert. Es un recurso escaso, pero si estás dispuesto a ello…

«Ryuuji, ¿no tienes un Elixir en tu inventario? Recuerdo que en TLO los jugadores de alto nivel acostumbraban llevar uno para emergencias».

El rostro de Ryuuji se humedeció debido a las lágrimas. Al parecer no tenía ningún Elixir, y mis palabras le hicieron pensar que yo no tenía otro. No me pidas algo que no estás dispuesto a gastar tu mismo.

«No hay manera de que tenga un objeto consumible tan costoso».

¿Con qué un <<Objeto consumible>> costoso no es algo que Ryuuji compraría?

Existe gente que puede pensar así. Si no va a ser útil más de una vez, no vale la pena gastar mucho en algo.

Esa es una forma de pensar, y no es que sea incorrecta. Aunque irónicamente, las personas que suelen pensar así de todas formas gastan cantidades ingentes en pequeños placeres. Al menos en TLO, era común verlos con trajes de lujo, que no eran más que estéticos, tan solo porque eran de duración casi permanente.

Mientras meditaba sobre las variables actitudes consumistas de la gente, la salud del pequeño Albert había vuelto a bajar a cantidades criticas. Incluso si estuviera dispuesto a usar otro Elixir ahora, todos comenzarían a preguntarse por qué no lo hice antes. Es lo que pasa con este tipo de decisiones. Una vez tomadas, debes mantenerlas.

«Dale esto, debería ayudarlo por ahora».

Un extracto de fortaleza causa un efecto leve de sanación durante un periodo prolongado. Al menos debería mantenerlo vivo por más tiempo que una poción que simplemente restaura su salud una vez.

A medida que su salud mengua, el extracto la restaura. Debido a que es solo un niño con pocos PV, este tipo de poción resulta más efectiva.

«Véndalo rápido, morirá si sigue desangrándose».

Mis palabras hicieron reaccionar a Selia, que miraba a su hermano esperando un milagro. Al ver que lo que le di no era una solución mágica como con Ryuuji, Selia se desgarró el vestido para improvisar un vendaje para el niño, pero fue un acto sin sentido. Ryuuji sacó unas vendas de su inventario… un objeto consumible de bajo costo. Como mínimo, mejor que un trapo sucio por haberse arrodillado en el suelo.

Si el extracto lo mantiene vivo lo suficiente para que se detenga el sangrado, es posible que viva. Aunque eso dependerá de si tiene daño en sus órganos internos.

«En cuanto esté listo, debemos salir de aquí. O podríamos sufrir la ira del General».

Nos conseguí algo de tiempo, lo mejor era no desperdiciarlo.

Cuando nos hallamos listos, partimos de inmediato. Tras terminar de Vendar a Albert, los demás notaron que la gente a nuestro alrededor había desaparecido. Naturalmente escaparon.

¿Quién en su sano juicio se quedaría para tratar a dos chicos que obviamente estaban muertos?

Joder, el monóculo incluso mostró <<Muerte en 15 segundos>> como estado en Ryuuji. Ya había dejado de respirar para cuando me acerqué a él.

Comenzamos a movernos en dirección opuesta al General y sus soldados Acme. Sin importar que, debíamos alejarnos de ellos lo más pronto posible. Con algo de suerte, la puerta Norte estaría abandonada.

No avanzamos demasiado antes de encontrarnos con Ruthen y los restos de la resistencia, además de algunos otros ciudadanos que al parecer les apoyaban. Aunque vistos los recientes incidentes, ¿qué persona no buscaría salir de la ciudad? Podrían retrasarnos, pero supuse que servirían para más tarde.

Durante el  camino, utilicé el monóculo para detectar y esquivar a los soldados de Iren. algo que funcionó bien, pero reveló un problema.

No solo están en la puerta norte, también están repartidos alrededor del muro. Aunque la distancia entre ellos no es corta, existe la posibilidad de que nos vean mientras cruzamos.

Originalmente había planeado un escape por el muro de la zona arruinada de la ciudad. No solo porque la seguridad fuera mala, sino por lo descuidada que estaba. Debido al flujo de agua subterráneo que alimenta la ciudad, el muro en esa zona se hundió un poco por su peso, haciendo posible usar el techo de alguna de las casas inclinadas para saltar el muro.

Aunque ese plan no es posible ahora debido a los soldados, todavía existía una posibilidad.

«Síganme, ya sé cómo podemos salir de aquí».

Tal vez el plan de saltar del techo sobre la parte hundida del muro falló. Tiempo desperdiciado. Pero puede que otro plan puesto en espera pueda ser usado ahora.

No esperaba usarlo ahora, pero esos soldados me deben un favor.

«Alto ahí. La ciudad está cerrada… ¿Eres el de esta mañana?»

Luego de que el soldado al que nos aproximamos nos llamara en voz alta, los dos más cercanos vinieron al ver a la multitud que somos.

Es nadar o hundirse ahora. Obviamente, no voy a poder convencerlos de dejarnos ir solo porque los ayudé antes, pero de la misma forma que con Jemur, el hecho que mantener su honor dependa de hacer lo que pido, es una herramienta de persuasión muy útil. Solo debo agregarle algo que de hecho los beneficie.

«Esa gente que viene contigo… Algunos de ellos estaban en la emboscada de hoy».

«Justamente, perdonen que no los presente uno por uno, pero estas personas son los inocentes que fueron engañados para atacarlos, y sus familias. Debido a esto, Si ahora que la ciudad está bajo inspección se descubre lo del incidente, podrían ser castigados o incluso ejecutados por tomar parte. Recuerdan lo que les pedí a cambio de salvar su honor y sus vidas?»

«… Clemencia para los inocentes implicados, y que su participación en todo el asunto se mantuviera en secreto».

«En este momento, la única forma de hacer eso, es que salgamos de la ciudad».

«Lamentablemente no podemos hacer eso. Las órdenes del General…»

«Son buscar un objeto metálico, diferente a cualquier otro que se haya visto. Lo escuchamos, su voz resonó por toda la ciudad».

«Entonces sabe que no hay forma de dejarlos ir, incluso si tenemos una deuda de honor, Jamás desobedeceríamos al general».

«¿Pero en qué momento dijo algo sobre no dejar ir a nadie? ¿Se los dijo a ustedes? Porque no lo hizo cuando habló a toda la ciudad».

«Bueno… Técnicamente no lo hizo, pero».

«Entonces, ¿si la búsqueda termina, no habría razón para retenernos, cierto?»

Los soldados se miraron uno a otro, un poco confundidos. No son las luces más brillantes del candelabro.

«La otra razón por la que vine a ustedes, fue a entregarles precisamente ese objeto de metal que su General busca».

Los rostros de los soldados reaccionaron inmediatamente y sus miradas estaban fijas en mi.

«Puede ser que los sorprenda. Luego de lo que pasó esta mañana, me dirigí a la plaza para ver la gran subasta, y ahí vi el último artículo, me refiero al más especial de todo el evento. Y resulta que era esta pieza de metal tan particular, dentro de este recipiente».

Al unísono, sus ojos se movieron de mi, al objeto en mi mano.

«Sin duda, nunca había visto algo así, incluso a través del recipiente, se ve tan liso, como si siempre hubiera tenido esa forma. No hay rastros del martillo de un herrero».

«Si tu lo dices debe ser verdad, estuviste mucho tiempo asignado a la armería».

«No necesito un ojo experimentado para darme cuenta de que es especial».

Sin perder el tiempo, observaron meticulosamente el  contenido del recipiente. No sabían lo que era, pero sin dudas parecía lo que se supone que debían buscar.

«Se lo estaba comprando a un mercader al final de la subasta, aunque justo en ese momento el hombre fue asesinado por uno de sus esclavos, posiblemente por venganza. ¿No es verdad?»

Los miembros de mi grupo, que fueron testigos de lo ocurrido, asintieron con naturalidad. Se veían un tanto pálidos… No es que no confiaran en mí, pero los tomó por sorpresa que los llamara en medio de la negociación. La gente que vino con Ruthen sin duda parecía estar por desmayarse de los nervios.

«Como creo que ya encontraron lo que buscaban, no debería haber problema en dejarnos ir. Más bien, deberían recompensarlos por el buen trabajo».

«B-Bueno, creo que tiene razón, después de todo, que importan un montón de extranjeros, que ya sabemos además, son simples ciudadanos sin habilidad».

Cuando vi el brillo de la codicia en sus ojos, supe que había ganado. Ni siquiera pasó por su mente el hecho de que Ryuuji los derrotara. Tal vez querían atribuirlo inconscientemente al veneno. De todas formas, tampoco es que Ryuuji se encuentre a plena vista para hacerlos recordar eso, lo hice caminar al centro del bulto de gente.

«Ah, Por favor no olviden el favor que les pedí. No mencionen nada sobre nosotros, para empezar fue casualidad que consiguiéramos ese objeto. Estoy seguro que algún oficial de justicia u otra de las muchas personas que estaban en la subasta confirmará lo que les dije acerca del vendedor y su asesinato. No hay razones para involucrarnos y romper nuestro acuerdo».

Esto es importante, porque si luego tienen dudas, podrían llegar a abrir la boca, pero mientras piensen que no estamos relacionados con el asunto, deberíamos estar a salvo. Este es precisamente el mejor momento para apelar a su deuda de honor.

«Me parece bien, ¿qué dicen ustedes?»

«Bueno, si sucedió tal como dice, su participación es irrelevante. El que importaba era el vendedor muerto».

«Siempre y cuando lo confirmemos, no veo motivo para faltar a la promesa y ensuciar nuestro honor».

Qué gente tan tonta hay en este mundo.

Los soldados no podían abrirnos la puerta, ya que implicaría a otros que no estaban en deuda conmigo, pero sí podían darme libre acceso al área en declive. Gracias a la cual escapamos siguiendo mi plan original. Al final no fue un desperdicio de tiempo después de todo.

Ya estando fuera, cuando apenas llevábamos unos minutos de caminata desde el muro. Una sensación que ya conocíamos recorrió nuestros cuerpos, mientras la tierra temblaba y se escuchaban sonidos atronadores a lo lejos.

A estas alturas los soldados ya deben haber encontrado a alguien que confirme lo que dije, así que no debería preocuparme… Aun así, fue un espectáculo que dábamos gracias por no poder ver. Pues los temblores y sonidos no se detuvieron de inmediato como antes. Sino que continuaron a medida que nos alejábamos.

Y así, acompañado por mi guardia argenta, los esclavos rescatados de Galatea y menos de un centenar de los habitantes de Garush, le di la espalda a la ciudad, en la que aún habían miles de personas. Una ciudad que vio su fin ese día, a manos del Demonio de la Guerra.

 

Nota: No se pierdan el siguiente capítulo «¡¿Cómo coño hizo eso Argent?!» (El título del capítulo podría diferir) xD

 

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